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Relación política y gestión de tierras en Europa en la Edad Media: Feudalismo y absentismo

El feudalismo fue un sistema político, social y económico que estructuró gran parte de la Edad Media en Europa. Definido principalmente por la relación de vasallaje y la concesión de tierras, el feudalismo varió significativamente según la región, adaptándose a los contextos históricos y geográficos específicos. Este artículo explora la jurisdicción señorial en distintos países europeos, las particularidades de los feudos germánicos y señoríos, y las causas y consecuencias del absentismo feudal en España, ofreciendo una comparativa entre las diferentes formas de feudalismo que se desarrollaron en el continente.

Jurisdicción señorial en Europa

La jurisdicción señorial fue la autoridad que los señores feudales ejercían sobre sus tierras y los habitantes de las mismas, incluyendo derechos judiciales, económicos y militares. Aunque el sistema feudal compartía ciertas características en toda Europa, cada país adaptó este modelo a sus propias circunstancias históricas.

Jurisdicción señorial en Europa

Alemania

En el Sacro Imperio Romano Germánico, el feudalismo se caracterizó por una gran fragmentación política. Los príncipes, duques y señores locales tenían un poder considerable sobre sus tierras y estaban relativamente desvinculados del poder imperial, lo que contribuyó a una mayor descentralización. La autoridad feudal germánica, además de ser territorial, estaba profundamente ligada a la relación personal entre el señor y su vasallo (Blickle, 2000).

Balcanes

En los Balcanes, bajo el dominio otomano, coexistieron estructuras feudales locales con el sistema de timar otomano, que asignaba tierras a cambio de servicio militar. Las elites locales cristianas en Serbia, Bosnia y Bulgaria mantuvieron ciertos privilegios feudales bajo el dominio otomano, aunque siempre subordinadas a la administración del sultán (Fine, 1994).

España

En España, el sistema señorial estuvo profundamente influenciado por la Reconquista, lo que lo diferenciaba de otros países europeos. A medida que los reyes cristianos recuperaban territorios del dominio musulmán, distribuían estas tierras entre los nobles y las órdenes militares, que debían ofrecer servicio militar a cambio. Este sistema incluyó elementos del feudalismo germánico, pero también mantuvo características del antiguo sistema romano de concesión de tierras (Reilly, 1993).

Francia

En Francia, el sistema feudal fue particularmente fuerte entre los siglos X y XII. Los señores feudales ejercían un poder considerable en sus tierras, incluyendo el derecho a administrar justicia y recaudar impuestos. Con el tiempo, especialmente con la llegada de los Capetos, el poder real se fue centralizando y reduciendo la autonomía señorial, especialmente a partir del reinado de Luis IX (Bloch, 1961).

Inglaterra

Tras la conquista normanda en 1066, Inglaterra adoptó un sistema feudal bajo Guillermo el Conquistador. Este sistema distribuía tierras entre los seguidores del rey, quienes debían lealtad y servicio militar. Aunque compartía similitudes con el modelo francés, en Inglaterra, los monarcas ejercieron un mayor control sobre los señores feudales, especialmente con la creación de la Carta Magna en 1215, que limitaba tanto el poder del monarca como el de los nobles (Stenton, 1971).

Italia

En Italia, el sistema feudal varió según la región. En el norte, las ciudades-estado adquirieron una gran importancia, mientras que en otras partes del país, los señores locales mantuvieron su poder territorial. La fragmentación política italiana permitió la coexistencia de señoríos con una creciente autonomía comunal en las ciudades (Jones, 1997).

Países Bajos

En los Países Bajos, bajo el dominio de España y antes de su independencia, la estructura feudal fue menos predominante que en otras partes de Europa occidental, debido a la gran influencia del comercio y las ciudades. Durante el dominio español, los territorios del norte mantuvieron una mayor autonomía local y una fuerte presencia de ciudades libres. Tras la Guerra de los Ochenta Años y la independencia en el siglo XVII, la nobleza perdió gran parte de su influencia, y la República de los Siete Países Bajos Unidos se desarrolló como un estado basado en el poder comercial y urbano, con poca intervención de los sistemas feudales tradicionales (Israel, 1995).

Países Bálticos

En los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), el feudalismo fue introducido principalmente por los caballeros teutónicos y otras órdenes religiosas durante las cruzadas bálticas. Estos territorios experimentaron un sistema feudal más rígido, con una nobleza germánica dominante que poseía grandes extensiones de tierra y sometía a los campesinos locales a una servidumbre severa. En Lituania, tras su unión con Polonia en el siglo XIV, el sistema feudal polaco, basado en la relación entre la nobleza y la szlachta, también influyó en la región (Davies, 2005).

Países Nórdicos

En los países nórdicos, como Suecia, Dinamarca y Noruega, el feudalismo se introdujo más tarde que en Europa occidental, y su forma fue relativamente menos estructurada. En Suecia, el sistema feudal fue débil debido a la existencia de una clase de campesinos libres que mantenían ciertos derechos sobre la tierra. En Dinamarca y Noruega, el feudalismo tenía una mayor influencia, pero se mantuvo bajo un fuerte control real, lo que redujo la fragmentación del poder en favor de una monarquía más centralizada (Sawyer, 1982).

Polonia

En Polonia, el sistema feudal se consolidó a partir del siglo XIII. Los nobles polacos, conocidos como la szlachta, recibieron tierras a cambio de lealtad y servicio militar. Con el tiempo, la szlachta ganó más autonomía y control sobre sus dominios, limitando el poder real a través de una estructura política conocida como la Democracia de los Nobles (Davies, 2005).

Portugal

El feudalismo en Portugal fue similar al de España, ya que también fue influenciado por la Reconquista. Los reyes portugueses distribuyeron tierras entre los nobles que participaban en las campañas militares contra los musulmanes. Estos nobles tenían un control significativo sobre sus territorios, pero estaban sujetos a las demandas militares de la corona (Livermore, 1947).

Rusia

En Rusia, el sistema feudal estuvo estrechamente ligado a la servidumbre. A partir del siglo XVI, los nobles rusos, llamados boyardos, recibían tierras del zar en un sistema conocido como pomestie, que requería su lealtad y servicio militar. Aunque compartía características con el feudalismo europeo, el sistema ruso estaba más centralizado y la servidumbre campesina era mucho más estricta (Pipes, 1974).

Suiza

En la Confederación Helvética, el feudalismo se desarrolló de manera diversa, dado que Suiza no era un reino centralizado, sino una confederación de cantones con características políticas y sociales particulares. En los cantones rurales, como Uri o Schwyz, prevalecían estructuras sociales más igualitarias, con una clase de campesinos libres que mantenían cierta autonomía y resistían la imposición de la servidumbre feudal. Sin embargo, en otras zonas, como en los cantones que rodeaban ciudades-estado como Berna o Zúrich, existía una mayor concentración de poder feudal. Estas ciudades actuaban de manera más independiente, gestionando sus territorios como repúblicas, mientras que los cantones rurales mantenían estructuras más comunales y de autogobierno (Rufli, 1999).

Feudos germánicos y señoríos

El feudo germánico es característico del Sacro Imperio Romano Germánico, donde la relación entre el señor feudal y su vasallo era fundamentalmente militar y personal. El señor otorgaba tierras, conocidas como feudos, a cambio de lealtad y servicio militar. Sin embargo, el sistema feudal germánico se distinguía por su alta descentralización, con un gran poder en manos de los señores territoriales. En muchos casos, estos señores tenían no solo derechos sobre la tierra, sino también autoridad judicial y militar (Bloch, 1961).

Por otro lado, los señoríos en España y Francia tenían una relación más estrecha con la monarquía central, especialmente en tiempos de guerra y expansión territorial. Aunque los señores feudales gozaban de gran autonomía, sus lazos con la corona eran esenciales para la defensa y la estabilidad de los reinos.

Absentismo feudal en España

El fenómeno del absentismo feudal en España, en el que los nobles propietarios no residían en sus tierras y delegaban la administración a intermediarios, fue particularmente prominente en la Edad Moderna. Varias razones explican este fenómeno:

  1. Centralización del poder: A medida que los reyes centralizaban el poder en ciudades como Madrid, muchos nobles se trasladaron a la corte para participar en la vida política y social, alejándose de sus tierras.
  2. Inseguridad rural: La inseguridad en las áreas rurales, debido a conflictos armados o al bandidaje, incentivó a muchos nobles a buscar refugio en las ciudades.
  3. Búsqueda de prestigio: Residir en la corte o en grandes ciudades proporcionaba más oportunidades para ganar prestigio, acceder a cargos políticos y establecer alianzas.
  4. Deuda y gestión: Muchos nobles se endeudaban al tratar de mantener su estatus social, lo que les obligaba a arrendar o delegar la gestión de sus tierras a arrendatarios o administradores, quienes no siempre gestionaban las propiedades con el mismo interés que los propietarios (Rodríguez-Salgado, 1988).

El absentismo tuvo consecuencias negativas, ya que las tierras, al ser gestionadas por intermediarios, solían estar peor administradas, lo que afectaba tanto a la producción agrícola como a las condiciones de vida de los campesinos.

Comparación entre los sistemas feudal y romano

Tienes razón al señalar que el sistema de concesión de tierras en Hispania durante el Imperio Romano comparte ciertas similitudes con algunas prácticas del feudalismo en la península ibérica, más que con las formas más rígidas de feudalismo germánico o nórico practicado por los vikingos o en el Sacro Imperio Romano Germánico.

1. Concesión de tierras a los legionarios romanos en Hispania

Durante la época romana, era común que los legionarios jubilados recibieran tierras como recompensa por su servicio militar. Estas tierras, conocidas como coloniae o agri decumani, no solo garantizaban su subsistencia, sino que también contribuían a la romanización de las regiones conquistadas. Este sistema tenía características diferentes al feudalismo, pero implicaba una relación de lealtad y servicio militar similar a las futuras prácticas feudales (Wickham, 2016).

2. Feudalismo en España y su conexión con el pasado romano

El feudalismo en España no fue una simple adaptación de las prácticas germánicas, sino una fusión de influencias. El derecho romano y las prácticas agrarias del Imperio Romano jugaron un papel crucial en la evolución de la propiedad de la tierra. Muchas de las tierras se gestionaban en base a latifundios romanos, grandes extensiones de tierra controladas por terratenientes que supervisaban a los campesinos que trabajaban en ellas.

3. Feudalismo germánico y nórdico

En contraste, el feudalismo germánico y nórdico estaba más centrado en la relación personal y militar entre el señor feudal y su vasallo. Los señores concedían tierras a sus vasallos a cambio de lealtad y servicio militar, creando una estructura descentralizada de poder. En el caso de los vikingos, el sistema se basaba más en lealtades tribales y personales, con menos formalidad que en el Sacro Imperio Romano Germánico.

4. Comparación entre los sistemas

En España, el feudalismo fue un sistema adaptado a las circunstancias locales de la Reconquista, con una mezcla de influencias romanas y germánicas. El contexto de la Reconquista y la romanización crearon un sistema menos descentralizado que el feudalismo germánico, con un mayor enfoque en la administración agraria.

Conclusión

El feudalismo en Europa fue un sistema complejo y variado, influenciado por contextos históricos y tradiciones locales. El absentismo feudal en España es un claro ejemplo de cómo las presiones sociales y políticas podían transformar el funcionamiento del sistema feudal. La comparativa entre los sistemas feudal y romano muestra cómo las influencias de la romanización persistieron en la península ibérica, moldeando un feudalismo único.

Referencias

Bloch, M. (1961). Feudal society. University of Chicago Press.

Blickle, P. (2000). Heimat: A critical theory of the German idea of homeland. Camden House.

Davies, N. (2005). God’s playground: A history of Poland. Oxford University Press.

Fine, J. V. A. (1994). The late medieval Balkans: A critical survey from the late twelfth century to the Ottoman conquest. University of Michigan Press.

Jones, P. (1997). The Italian city-state: From commune to signoria. Clarendon Press.

Livermore, H. V. (1947). A history of Portugal. Cambridge University Press.

Pipes, R. (1974). Russia under the old regime. Penguin Books.

Reilly, B. F. (1993). The contest of Christian and Muslim Spain: 1031-1157. Blackwell.

Rodríguez-Salgado, M. J. (1988). The changing face of empire: Charles V, Philip II, and Habsburg authority, 1551-1559. Cambridge University Press.

Stenton, F. M. (1971). Anglo-Saxon England. Oxford University Press.

Wickham, C. (2016). Medieval Europe. Yale University Press.

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